6 febrero, 2018 | SuperFinanzas
En el año 2008 un programador bajo el seudónimo de Satoshi Nakamoto publicó un artículo donde denunciaba que permitir que los gobiernos nacionales monitoreen y controlen el flujo de dinero en el sistema financiero, así como permitir que estas autoridades establezcan leyes que regulen las operaciones monetarias, era un error. En ese mismo documento, Satoshi Nakamoto establece las bases de lo que más tarde conoceríamos como “Bitcoin”.
El fundamento para establecer el valor del Bitcoin se basa en que solamente habrá 21 millones de unidades, las cuales en el futuro remplazaran a todas las demás monedas en el mundo. Un Bitcoin representaría el total del Producto Interno Bruto Mundial dividido entre 21 millones.
La escasez artificial del Bitcoin ha sido el motor que ha permitido a la criptomoneda incrementar su valor. En la actualidad existen más de 16 millones de unidades en circulación, las cuales se producen bajo un muy complejo mecanismo conocido como Minería de Bitcoin, el cual establece que la última unidad se generará en el año 2140.
En sí, el Bitcoin no tiene ningún valor intrínseco, más allá que su escasez y dificultad para producir nuevas unidades. Sin embargo, es aquí donde se presenta la falla fatal del Bitcoin.
Cuando Satoshi Nakamoto publicó su artículo estableciendo las bases del Bitcoin, al mismo tiempo entregó al mundo la receta secreta para la creación de otras criptomonedas.
La lista de criptomonedas que aparecieron después de la creación del Bitcoin incluye nombres como Ethereum, Ripple, Litecoin, Dash: Digital+ cash, NEM, Ethereum Classic, Monero, Zcash, Decred: Decentralized credit, PIVX: Private Instant Verified Transaction.
Estas son sólo diez de las más reconocidas, pero la lista total cambia constantemente con la aparición nuevas criptomonedas creadas bajo los fundamentos establecidos en el nacimiento del Bitcoin. Esto significa que la supuesta escasez bajo la cual el Bitcoin genera su valor es inexistente.
Invertir significa comprar activos destinados a la creación productos o servicios, ya sea negocios rentables o bienes raíces, durante un periodo de tiempo. Una inversión es algo que tiene un valor en sí mismo, algo que vale la pena tener desde el punto de vista financiero aún si no se pretende vender.
El Bitcoin y otras criptomonedas no cumplen con estas características, su valor se basa en el juego psicológico donde se espera que, si compramos hoy, podremos vender a un precio mayor en el fututo, aún si este producto no tiene ningún valor.
La naturaleza anónima y su necesidad de no estar regulado por entidades de gobierno impiden que el Bitcoin se establezca como una verdadera opción de inversión e intercambio monetario.
En cualquier país del mundo, el sistema monetario se rige bajo una serie de reglamentaciones y supervisiones establecidas por las autoridades con el fin de evitar lavado de dinero, así como proteger a los usuarios del sistema financiero.
Esquemas como el que presentan las criptomonedas, son la razón por la cuales se han creado las leyes que regulan el sistema financiero, así como las instituciones que se encargan de supervisar su cumplimiento.
No debemos dejarnos deslumbrar por las noticias que escuchamos hoy sobre el Bitcoin, existen mejores y más confiables formas de invertir que, a diferencia de las criptomonedas, si están regidas por la ley y protegen a sus usuarios.